Haciendo caso a su acertado olfato para los negocios, Manuel Guerra le apostó a la conformación de una orquesta integrada por menores de edad, que cultivara el mismo género que le había dado grandes satisfacciones como cabecilla del aplaudido dúo Silva y Guerra.
Fue así como, después de muchos castings y de pulir los detalles del proyecto, el 21 de julio de 1993 nació oficialmente Salserín, que llamó la atención desde el principio, porque todos los músicos tocaban de verdad y porque a su cuarteto de cantantes le roncaban los motores: Servando y Florentino, José Félix Ceballos y Erasmo Huerta, bautizado como el bebé salsero.
El éxito fue inmediato. Críticos, artistas y público coincidieron en loas para la agrupación, que se convirtió en un verdadero fenómeno musical, movilizando a la chiquillada como pocas veces se había visto en el país y convirtiendo en ídolos imperecederos a los hermanos Primera.
Para mantener el espíritu de la orquesta, Guerra replicó la norma de sustituir integrantes una vez hubieran cumplido los 18 años. Esto se tradujo en una rotación que permitió la proyección de otros talentos como Leonardo Patiño, Toñito León, Omar Acedo y Jonathan Moly, a quienes ahora hay que sumar el nombre de Ryan Cox.
Cox fue el último bebé salsero, ya que, con el paso del tiempo y después de algunos vaivenes, cambió el perfil de Salserín, para convertirse en una agrupación juvenil.
El chico debutó en tarima cuando apenas había cumplido el año y medio. Al cierre del ciclo, se alejó de los focos, con el propósito de continuar sus estudios y adquirir nuevas herramientas que le permitieran retomar su carrera como cantante. Y llegó el momento.
«Dime tu nombre» es el tema que lanzó hace algunas semanas, logrando trascender a las redes sociales para posicionarse en las carteleras radiales. Responde a una fusión entre el rock y el género urbano, de acuerdo a los criterios creativos de Deyvi Rodríguez, Ryan Renna y Remil Renna, sus compositores.
El joven de 16 años, a punto de graduarse de bachiller, también atrajo la atención del cantante neoyorquino Don Fulano, quien grabó dos canciones de su autoría: «No quiero saber de ti» y «Noche, no te vayas».
Además, saca adelante el podcast «Perdiendo el tiempo», motivado por el deseo de demostrar el lado positivo que tienen los medios alternativos, siempre que haya una orientación adecuada para que resulten beneficiosos. En esta iniciativa se aleja de las poses, con la intención de hablar de tú a tú con sus contemporáneos.
Con estas inquietudes, Ryan Cox se une a la generación de relevo que ha tomado los escenarios nacionales. Trabaja para terminar su primer disco. El público dirá la última palabra.