Netflix estrenó la segunda temporada de «El ascenso de un imperio: Otomano». De nuevo, historiadores descubren, a través de entrevistas, cómo fue la guerra que lideró Mehmed II en 1462. Una lucha compleja, que causó miles de bajas humanas, en la que el gobernante combatió contra su «amigo» Vlad Drácula, rey de Valaquia.
Criados juntos, pero separados por sus deseos de poder y gloria, estos importantes monarcas midieron fuerzas en la conquista de nuevos territorios. Y así, mientras el primero buscaba consolidarse como sultán tras la invasión de Constantinopla, en la sombra, Drácula «El Empalador» desataba el miedo y ganaba popularidad como guerrero. Sus prácticas de tortura y asesinato generan una ola de horror que Mehmed se ve obligado a frenar.
Con representaciones actuadas, que ilustran los acontecimientos, el espectador es testigo de las estrategias de guerra de estos dos líderes militares. Sus pasiones y obsesiones salen a la luz en una entretenida e informativa temporada de seis episodios llenos de sobresaltos avalados por Netflix.
Música, dirección artística y actuaciones de lujo completan el empaque de una experiencia que atrapa mientras la historia va y viene en el tiempo. Claros trazos de la realidad dan cuenta, además, de la inspiración que sirvió al escritor irlandés Bram Stoker para desarrollar luego su novela de terror en torno a Drácula. Coincidiendo precisamente en ese miedo que generaba el personaje de Vlad «El Empalador» como un sanguinario estratega de guerra que amaba profundamente pero que estaba sediento de sangre.