Ellos y ellas parecieran no adaptarse a una sociedad que sienten alienada y enferma. Por eso el contraste es maravilloso cuando se pasa por bulevares, centros comerciales y avenidas plenos de locales diseñados para el consumo en masa, uniforme, y mirarlos allí con sus mesitas y paños, ofreciendo el fruto de un trabajo artesanal que materializa la dedicación, la belleza, la paciencia, y el amor a las manos. No solo eso: mesas y paños donde se materializa también nuestra capacidad pluricultural, tangible manifestación de manos creadoras.
Ellos y ellas acuden a la memoria de los ancestros para mantener técnicas que se hubieran olvidado y que nos vinculan con la tradición y la utilidad de ella en nuestros días. Allí están contenidos madera, barro, alambre, cuero, tela, semillas, piedras, metales, tinturas naturales, minerales, vidrio.
En ellos y ellas viven la orfebrería, el tallado, la pintura, la cestería, el tejido de tapices, la alfarería, y cobran vida y fuerza figuras y utensilios de diferentes formas y colores.
No son buhoneros: ¡Son Artesanos!
En su tema “La patria buena” Alí Primera lo señala: «se oye el estudiante alegre/ convidar al artesano/ para cortar por lo sano/ y hacer una patria buena/ unida en un calorcito/ que mate su escalofrío/ porque causa pena amigo/ que pase un cuarto de siglo/ y deje un cuarto vacío.
En este día de José el Carpintero y de los Artesanos, llegue nuestra palabra de afecto a quienes hacen de su trabajo creador manual un motivo de regocijo cultural. Un recuerdo para Zobeyda ‘la muñequera’, Lobo el hacedor de Grillos, el Búfalo Hernando y Taylor el Búfalo, el Mambo Antivero, Agua Salá, Naudy Amaro, Javier Monagas, Fernando Romero y todos los artesanos de nuestro país incluidos pescadores, warao, wayúu, falconianos, andinos, orientales, guayaneses, citadinos y llaneros.
Diversidad Cultural.
@lildelvalle