Parece ser que el día de su matrimonio con Valeriano a Cecilia, música ejecutante, le dio por irse a un rincón mientras los músicos tocaban y los invitados se divertían de lo lindo.
Eso dice la leyenda. Lo de cantar en el corazón es indudable: todos lo hacemos. Y en cuanto a tocar algún instrumento el músico venezolano Jesús Ignacio Pérez Perazzo apunta que en esa sociedad de entonces, en Roma, las jóvenes eran educadas en la música y en la ejecución de la cítara, la lira, las modalidades de arpa habidas en aquella sociedad romana, por allá, por los años X de la era cristiana.
Sabemos que Cecilia fue martirizada brutalmente, y su torturador no logró el cometido de cortar su cabeza tras tres intentos y por eso huyó, dejándola agonizante. Cecilia fallecería tres días después del abominable intento. ¿Por qué mártir? Porque se convirtió al cristianismo en el seno de una rica familia romana. Y no solo eso. Logró convertir a su esposo, quien era pagano.
El papa Gregorio XIII la nombró patrona de los músicos y argumentó que había demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos.
El lunes 22 de noviembre, entonces, será Día del Músico en todo el mundo y será una fecha propicia para renovar nuestros votos en favor de quienes trabajan con el lenguaje universal que armoniza voluntades y sentimientos.
En Cuba, con seguridad se recordará a Adalberto Álvarez en la fecha de su natalicio, que más músico no pudo ser, al amparo de Santa Cecilia misma.
Para los músicos venezolanos va el mejor de los deseos: Trabajo y tierra como cantaba el original grupo “Madera”. Trabajo que significa ingresos, sustento para el hogar y la familia, y Tierra que significa estabilidad, pertenencia a lo que se sabe que es de uno, la Venezuela que nos congrega por historia, tierra, y mucho más.
¡Viva la música, hoy y siempre! @lildelvalle