El tema es repetitivo, pero la situación lo amerita. La expansión descontrolada del coronavirus motiva a insistir en la necesidad de que cada quien asuma el compromiso de actuar responsablemente, con el objetivo de lograr el bienestar individual y colectivo que permita cerrar un ciclo traumático, caracterizado por la abundancia de lágrimas.
Más aún, cuando voceros de organismos internacionales coinciden en su preocupación por las cifras que diariamente se producen en América Latina, sin que se estén desarrollando efectivos planes de vacunación que, a corto plazo, reducirían los efectos fatales de la pandemia. Si bien los científicos han aclarado que vacunación no es curación, también han explicado que los fármacos inciden en que los síntomas sean más leves y los desenlaces más alentadores.
En Venezuela, la decisión ejecutiva de extender los días de radicalización habla del posicionamiento que ha logrado el covid-19, algo fácilmente perceptible por la cantidad de personas conocidas que han padecido o padecen la enfermedad. Aunque tal realidad pase inadvertida para los negacionistas que le hacen un flaco favor a la salud pública.
Ya en este espacio se habló del caso del animador de Portada’s, Dave Capella. Sin embargo, vale como ejemplo de lo que significa el coronavirus. Su situación se supo a través de la campaña iniciada para recaudar fondos que permitieran sufragar los gastos médicos de él y de su madre, Alicia Anjoul de Capella. Al cabo de poco tiempo, la señora fue dada de alta y continúa su recuperación en el domicilio.
Comenzando esta semana, circuló la noticia de que su padre, Ulises, falleció por el virus, mientras el joven de 38 años sigue ingresado en el Hospital de Clínicas Caracas con un diagnóstico reservado. Hace un par de días solicitaron donantes de sangre en su nombre. Y su novia, Miss Nueva Esparta 2017, Yerardy Montoya, ha compartido mensajes cargados de preocupación por quien lleva casi un mes bajo supervisión médica.
Dave es uno más en las estadísticas negras de una pandemia que insiste en causar dolor. Por ello hay que insistir, sin cansarse, en que es una misión conjunta lograr arrinconarla. Mientras los científicos hacen su parte, al resto de la población corresponde usar correctamente el tapabocas, aplicar gel alcohólico con regularidad, mantener la distancia social y evitar la movilidad más allá de lo estrictamente necesario.
Si se pierde la vida por causa del coronavirus no hay más cumpleaños, bodas, bautizos, carnavales, vacaciones ni navidades. Hay que valorar el sacrificio de hoy como una inversión en el futuro.