La soprano española Montserrat Caballé apenas podía caminar cuando, en 2013, un año después del ictus cerebral que sufrió, viajó a Armenia (contra el consejo médico) en un periplo de peregrinación, música y compromiso con ese país, hoy devastado; un viaje que ahora ve la luz en forma de disco póstumo, refirió EFE.
«Antes de visitar las iglesias por las que pasamos, avisaba: ‘No puedo subir a más de 900 metros’. Sabíamos que algunas estaban a más, pero aguantaba todo lo que podía», recordó en rueda de prensa en Madrid su hija, la también soprano Montserrat Martí.
Titulado «The Island of Christianity: Armenia & Artsakh», es el primer álbum que ve la luz tras la muerte de Montserrat Caballé en 2018.
Luego de tres años, se recupera material inédito de gran valor simbólico, en el que colaboraron además otras dos figuras de primer nivel como Vangelis y Brian May.
«Mi madre era muy creyente, con una fe profunda, y esto es para mí un tesoro no solo artístico, sino también a nivel personal», dijo su hija, en presencia del embajador de Armenia en España, Vladimir Karmirshalyan.
Álbum único
Este es considerado un álbum único, tanto por la pérdida de la soprano como por la de muchas de las iglesias que visitó, que fueron destruidas en otoño a causa del recrudecimiento del histórico conflicto con Azerbaiyán.
Aquella visita de Caballé le costó pasar a engrosar la lista de personas «non gratas» del Gobierno de Bakú. «Aún hoy yo no puedo viajar allí», reconoció Martí al respecto.
«Mi madre era embajadora de buena voluntad de Unesco y vio muchas desgracias por el mundo que visitó en silencio», expresó su hija.
Al tiempo, destacó que la cantante de ópera no entendía por qué por tener una ideología o una religión distintas podías odiar tanto a otra persona.
Uno de los recitales más aplaudidos de Montserrat se celebró en 1988, cuando unió su voz con la del cantante Freddie Mercurie en el tema ‘Barcelona’, que posteriormente abanderó los Juegos Olímpicos de 1992.
Fue la cantante lirica quien contactó al líder de la aclamada banda Queen, tras ser requerida por la organización de los juegos. Para entonces, Mercury se había declarado fan de la ópera y más concretamente de la soprano española.