Primero fue el libro en 1897, luego la obra teatral en 1924 y, finalmente, la película en 1931. Para mayor precisión: la primera película, porque en la historia del séptimo arte abundan los títulos dedicados al que posiblemente sea el personaje más famoso del mundo del terror: el conde Drácula.
Si bien la publicación de la novela escrita por el irlandés Bram Stoker impactó en la sociedad londinense de finales del siglo XIX, la leyenda del rey de los vampiros se sembró en el imaginario colectivo, a partir de su presencia en la gran pantalla. En tal sentido, todo comenzó hace 90 años, cuando el 14 de febrero de 1931 fue publicado el cartel que decía: “La historia de la pasión más poderosa que haya conocido el mundo”.

Con derecho
Luego de escuchar el relato sobre la vida del príncipe húngaro Vlad Draculea, llamado “El Empalador”, Bram Stoker se sintió inspirado para desarrollar una trama de ficción que ambientó en Transilvania. Apuntes aseguran que tomó rasgos del compositor Franz Listz para configurar a su protagonista. Una vez colocado el punto final, el libro fue lanzado por A. Constable & Co en la capital británica. La presentación oficial del vampirismo resultó un éxito.
Sin embargo, el autor murió en 1912 antes de ver lo que sucedería con su creación. Fue su viuda, Florence, quien plantó cara a los acontecimientos. El menos satisfactorio ocurrió una década después, cuando el director alemán Friedrich Wilhem Murnau inició el rodaje de una película basada en el personaje, sin haber recibido el visto bueno de la heredera. Así nació Nosferatu, el vampiro, todo un clásico del cine de horror.
Florence, sin embargo, autorizó la adaptación teatral estrenada en Londres. Tres años después, en 1927, vendió los derechos a un productor estadounidense que trasladó el montaje al otro lado del charco. Más tarde, John Balderston, el artífice de la negociación, los traspasó a la productora Universal.

El proyecto fue adjudicado al director Tod Browning e inicialmente Drácula sería interpretado por Lon Chaney. Su muerte por cáncer, terminó en la selección de Bela Lugosi, actor húngaro que había dado vida al conde sobre las tablas. Junto a Helen Chandler encabezó el rodaje desde el 9 de septiembre hasta el 15 de noviembre de 1930, filmando escenas adicionales entre el 13 de diciembre del mismo año y el 2 de enero de 1931.
La buena acogida de la cinta marcó el cine de los años 30, con películas como Frankenstein, La novia de Frankenstein, La hija de Drácula, El hombre invisible, La parada de los monstruos, King Kong y M, el vampiro de Düsseldorf, consolidando las carreras de tres actores: el propio Lugosi, Boris Karloff y Christopher Lee.

Más títulos
Aunque la historia es harto conocida, ha logrado mantener su fascinación, provocando que otros cineastas ofrezcan su visión sobre el personaje. Así lo hizo Terence Fisher en el filme homónimo de 1958, amparado en el trabajo actoral de Christopher Lee y Peter Cushing. Años después, exactamente en 1992, Francis Ford Coppola mostró la versión más sensual del conde en Drácula de Bram Stoker. Y en 2014, Gary Shore recurrió a Luke Evans para encabezar el elenco de Drácula, la historia jamás contada. Un paréntesis final para recordar que, en los 80, el galán venezolano Raúl Amundaray interpretó al conde en el teatro La Campiña, cumpliendo la adaptación de José Ignacio Cabrujas.