Shirley Varnagy llegó como paracaídas al Miss Venezuela. No porque no tenga talento ni porque no merecía estar en el llamado “magno evento de la belleza venezolana”. Sino porque ella, lo ha dicho muchas veces, nunca quiso conseguir nada por su físico.
Pero el desempeño que como entrevistadora estaba, en 2017, en boga con su programa de entrevistas en Venevisión Plus. De hecho, todos los domingos en la noche se convertía en tendencia en Twitter; bien sea por los invitados y sus respuestas o por sus polémicas preguntas.
Así, ese año, y dado todo eso, fue llamada para hacer la siempre polémica pregunta final del certamen. Ella llegó elegantemente vestida, dispuesta con sus fichas en una gala que encabezó Henrys Silva como animador y que supuso, todavía no se sabía, la despedida de Mariángel Ruiz de la conducción del certamen.
Lo cierto es que las candidatas sudaron, literalmente, la gota gorda ante cada pregunta de Varnagy. Pero, tal vez, poca gente supo que en la gala en la que se coronó Stephany Gutiérrez también Shirley la pasó difícil.
Cuando la periodista apareció, en su vestido, se veían camuflados cables y cajetines, propios de los micrófonos y audífonos que llevan esos momentos. La idea es que cualquier indicación que deba hacerse de última hora puedan oírla sin problemas de primera mano y así solventar el momento sin mayores inconvenientes.
Traspiés que en un espectáculo en vivo son casi imposibles de evitar. Y si es el Miss Venezuela, el programa más visto de la televisión venezolana no importa cuándo, crisis, año o puesta en escena, pues más.
Lo cierto es que Shirley, tal vez, sudó más que las chicas que esperaban su respuesta. Así como lo cuento. Cuando salió, un problema técnico no permitía iniciar a tiempo la ronda de preguntas. Por el intercomunicador oía voces que se cruzaban, hasta que una le dijo “alarga tu presentación”, porque ella (más acostumbrada a la radio que a la TV) no conocía la típica seña. Es más no pensaba que era con ella. Su manejo diario del micrófono la ayudó a salir del momentazo, a improvisar. Tiempo después reconoció que los nervios también se la comieron hasta que pudo escuchar la frase salvadora: “estamos listos, vamos contigo, Shirley”.