El 26 de agosto de 1987 no solo era un día para celebrar la vida. Una nueva vuelta al sol. También significaba un nuevo día de pauta, para una pasante que apenas daba sus primeros pasos. Así como lo cuento, en una fuente que no la pidió. Sino en la que terminó por decisión de otros pero que ahí se quedó.
La pauta era entrevistar a una de las mejores actrices venezolanas; quien estaba semiretirada debido a una afección de salud. Unos años antes, a América Alonso le habían diagnosticado tortícolis crónico; una enfermedad congénita que le impedía moverse como quería. No podía hacer muchos esfuerzos físicos, algo propio de los primeros actores.
Recibió en su estudio, donde organizaba un montonón de papeles. No solo eran lo de su nuevo proyecto teatral, para el que se estaba preparando adecuadamente; sino también para guiar a una generación de nuevos talentos de la actuación.
La pedagogía fue el camino que América Alonso consiguió para canalizar sus inquietudes y mantenerse activa en una profesión que amaba. Y, como decían quienes tuvieron la dicha de trabajar con ella, recibió como lo que fue: toda una dama.
La conversación fue larga y amena. Tuvo la paciencia de aclarar las dudas de una principiante; quien tuvo como soporte los archivos de El Diario de Caracas y alguno de los recuerdos de telenovelas donde la vio. Memorias que por el gusto materno por los dramones tuvo en su formación. Curiosamente, la actriz nació el mismo año que mi madre.
Lo que no sabía, hasta que el fotógrafo llegó a la pauta, era que quien la entrevistaba celebraba su cumpleaños. Así, como lo cuento, un cariñoso beso y abrazo, como si la amistad fuera de toda la vida, fue la respuesta que tuvo América Alonso para la cumpleañera. Por eso, no fue extraño leer los sentidos mensajes por su partida, conocida el domingo 15 de mayo. 35 años después de aquella entrevista.