Mientras por estos lares se espera la aparición del humo blanco que de alguna forma indique la reactivación de las producciones dramáticas y, en consecuencia, se generen puestos de trabajo, en otros países se nutren del talento criollo que carece de oportunidades en el propio patio.
El caso más reciente tiene que ver con uno de los monstruos latinoamericanos de la pequeña pantalla: Televisa. La empresa mexicana decidió hacer una versión de la telenovela Mirada de mujer que, a su vez, resultó de la adaptación de la estupenda historia colombiana Señora Isabel.
En ese nuevo proyecto, identificado con el nombre Si nos dejan, hay cuatro venezolanos involucrados. El primero es el productor Carlos Bardasano Jr. El segundo es el escritor Leonardo Padrón que ha logrado reconocimiento en ese difícil mercado, después de su última creación criolla, La mujer perfecta, fechada en 2010. La tercera es la actriz Gabriela Spanic que regresa al género que la proyectó internacionalmente con La usurpadora, tras lograr medalla de plata en Dancing with the Stars Hungría 2020. Y la cuarta es la también actriz Scarlet Gruber, hija del Chamo Gabriel y Astrid Gruber, recordada protagonista de la desaparecida empresa independiente Marte TV.
El simple hecho de que una empresa como Televisa continúe apostándole al género viperino indica que resulta atractivo para el mercado internacional. Si a eso se suma el éxito que están teniendo títulos generados en Corea del Sur y Turquía, a través de canales internacionales y de plataformas como Netflix, pierde fuerza el argumento de que no es rentable producir dramáticos y el otro relacionado con que han sido desplazados por las series en el gusto del público. La realidad confirma que espacio para todos.
Existe el rumor de que RCTV, convertida en realizadora de contenidos, cuenta con un importante presupuesto que espera ejecutar a partir del próximo mes, mediante distintos proyectos. Ojalá sea así, por las implicaciones que supondría.
Por un lado, aumentar la oferta laboral para quienes pertenecen a la industria del entretenimiento y están “buscándose la vida” en otras actividades, ya que deben llevar comida a la mesa. Por otro, ofrecer alternativas a quienes se han refugiado en los canales nacionales, por la imposibilidad de costear algún servicio de suscripción que modifica sus tarifas mensualmente. Y también, inspirar a otras empresas para ver si deciden abandonar la hibernación y volver a la competencia con algo de coraje.
Porque lo que resulta una obviedad es que hay talento criollo de sobra y que si no se aprovecha en casa, luce apetitoso para otros.